martes, 20 de junio de 2017

MIRA, YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS. (Ap. 21,5).




El Señor Jesús, Nuestro Amado Rey de Reyes, nos invita a depositarnos todo en Él, a recurrir a Él en nuestras debilidades y a sobre todo entregarle nuestro corazón, para que nos lo haga nuevo, nos envíe Su Paráclito de Amor, que lo inunde de todo Su amor y gozo, de ese fuego de amor abrazador, de ese fuego que sana heridas, que cierra heridas, que nos liberan.

Cómo después de una guerra tan larga, tan cruel, tan dura, en la que se cometieron tantas barbaries, tantas injusticias, donde se perdieron tantas vidas, tantas familias con viudas desconsoladas, con huérfanos indefensos, con tantos heridos inocentes, mutilados por esas minas antipersonas, con masacres como la ocurrida en Bojayá, donde no respetaron siquiera la Casa del Señor.

Una guerra en que nos vimos involucrados todos, que jamás nos preguntaron si queríamos vivirla, una guerra donde perdimos a muchos de nuestros buenos hermanos en ella, muchos campesinos inocentes, que lo único que hacían era cultivar la tierrita para darnos alimento en nuestras cómodas ciudades, muchos jóvenes soldados que fueron a defender nuestra patria y resultaron matándose con otro hermano, otro hijo de Colombia.

Una guerra en donde además de matarnos a bala, le metimos narcotráfico y entonces el dinero nos cegó y las ansias de poder llegaron a nosotros y queríamos tener llenos nuestros bolsillos sin importar cómo y empezamos a perder los valores y nos acomodamos y nos volvimos espectadores de una guerra en la que además de muertos nos daba droga y empezó la drogadicción a causar estragos en nuestros hermanos y muchos de ellos tomaron el camino equivocado y los perdimos en muchas calles del cartucho que se crearon en Colombia.

Y aparecieron personajes que idolatramos, aparecieron los Pablo Escobar, los Rodríguez, etc, etc, etc. y se crearon mitos acerca de ellos, todos los hombres queríamos ser como ellos, tener el poder, la fama y el dinero y las mujeres querían vivir ese mundo de las pasarelas, de cuerpos esculturales, nos volvimos idólatras del cuerpo y eso nos gustaba, nos entretenía.

Y el narcotráfico se unió con las guerrillas y la lucha de ideales y principios se volvió negocio y jamás dijimos nada.

Y se creó la cura contra ese flagelo de las guerrillas, los paramilitares y la cura fue peor que la enfermedad.

Y se dañaron conciencias, el mar de dinero que produce el narcotráfico encegueció completamente a toda la sociedad y nos volvimos serviles de éste, se compraron medios de comunicación, curules políticas, los entes de control se permearon, la policías y el ejército se arrodillaron al dios del dinero, se destrozaron familias, se desplazaron campesinos, de desterraron poblaciones enteras, se volvió el acabose social en nuestra querida Colombia.

Todo valía con tal de tener fama y poder y llegar a ser como ellos, se blanquearon capitales, las ONG´s perdieron el rumbo y de ser organizaciones al servicio de los más necesitados, se pusieron al servicio del dios del dinero, etc, etc, etc.

Y en medio de ese festín en que nos metimos en la comodidad de nuestras ciudades, dejamos que esa guerra siguiera su rumbo y como no nos tocó, no nos importó, nuestra embriaguez de poder era suficiente para entretenernos.

Hasta que llegó la guerra a nuestra ciudad y se nos volvió incómoda y la mejor manera de acabarla era metiéndole más guerra a esa guerra, igual no nos matamos nosotros, se matan los que por infortuna no pudieron tener educación y son los que le ponen el pecho a la guerra, que se mueran también los hijos de los campesinos que desplazamos por acción o por omisión y empezamos a tener logros disfrazados que nos prometían el fin de la guerra y aparecieron los falsos positivos, pero como tampoco nos tocó, pobres campesinos y pobres pobres que les mataron a sus hijos, lástima por ellos, pero a mí que va.

Y entonces nos dividieron entre los amigos de la guerra (Tildados de paramilitares) y los que queremos una salida negociada a la guerra (Que nos tildaron de guerrilleros)

Llegó el actual presidente que dijo, la guerra se acaba hablando civilizadamente, pero como en nuestra embriaguez nos vendieron la guerra como la solución, nos pusimos bravos, ya las noticias sin muertos no son noticias y nos inventamos cuanta excusa haya para difamar de las negociaciones, que nos vamos a volver como Venezuela, que nos vamos a volver gays todos, que nos vamos a volver comunistas todos, que vamos a acabar con la Iglesia, si el Señor Jesús, nuestro Dios y Señor,  dijo a Simón, en:

Mt. 16:18 Yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella.

Y los medios de comunicación empezaron a desinformar acerca de los acuerdos de La Habana y eso nos dividió aún más y se separaron familias, vecinos, amigos en contra del sueño de la paz. Se logró hacer un acuerdo que después se mejoró con aportes de los que votaron no a los acuerdos de La Habana.

Hasta que por fin se logró empezar la implementación de dichos acuerdos y estamos en la etapa final, en una semana dejarán de existir las FARC-EP y se convertirán en un movimiento político y las discusiones con ellos no serán mas armadas sino debates de palabras y opiniones.

Pero quedamos con unas heridas grandes que nos dividieron, ni la alegría que es la culminación de ese grupo guerrillero, ni el dolor con los muertos en el atentado infame en el CC Andino nos une.

Pero la buena noticia es que El Señor está vivo, murió por nuestros pecados y en Su dolorosa pasión, comprendió todos los temores, miedos y angustias y hoy nos dice en:

Ap. 21,5: Mira, Yo hago nuevas todas las cosas.

Dejémonos amar por Él, sumerjámonos en el mar de amor que es Su Sagrado Corazón, permitámosle y pidámosle que nos ayude a perdonar, que sane nuestro corazón y podamos amar, que como nos dice en:

Mt. 5,44-45a: Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el Cielo.

Oremos entonces por los corazones de los guerrilleros, paramilitares, soldados, policías, políticos, huérfanos, viudas, mutilados, de los indiferentes, de todo el pueblo colombiano, para que sea sanado, sea liberado de esos sentimientos de odio, de rencor, de venganza y un día no muy lejano, podamos abrazarnos como hermanos, como hijos de un Único Dios, Trino y Uno.

jueves, 19 de enero de 2017

LA ALEGRÍA DE LA SANTA EUCARISTÍA.

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Hoy vivimos en tiempos de confusión, en los que los medios de comunicación, el internet, la rapidez en que una noticia se difunde, la competencia que tienen los medios de comunicación en dar una noticia, hacen que haya demasiada bulla en nuestro ambiente y mucha de esa información que nos llega, no es siquiera corroborada por quien la transmite, pero logran hacernos creer que el poder del malvado es más grande que el del Señor, que la oscuridad está ganando la guerra, que los malos son más que los buenos y que los malos triunfan con mayor facilidad.

Como dice Rey David en su Salmo 23:

1.      El Señor es mi Pastor, nada me falta.

Con esa verdad, caminemos gozosos y optimistas por los senderos de la vida, recordando que este es solo un pequeño escalón para llegar al Cielo, pues somos creados para ser salvos, para tener Vida después de la vida, para llegar al Cielo como herederos indignos de la Patria Celestial, indignos porque no es por nuestros méritos que tenemos acceso a él, es por el Sacrificio en la Cruz de Nuestro Señor que con Su Sangre, se ofreció como Holocausto por nuestros pecados y así sellar el pacto de amor más grande jamás visto.

¿Cuál es nuestra tarea?

Abrir los ojos del corazón, porque nuestros ojos corporales nos mienten, a veces vemos lo que no es, vemos lo que queremos ver no más, además en nuestro corazón habita El Primer Amor, que es Cristo Jesús, Señor Nuestro, para que con esos ojos, podamos escuchar Su Palabra, podamos hacer que penetre en nuestro corazón como espada de doble filo y nos transforme en hombres sencillos y humildes a imitación de la Sagrada familia y creamos en Él y ganar Vida Eterna, así como nos lo dice Jesús mismo en el Capítulo Sexto del Evangelio según San Juan:

40. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él,
tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.

Pero además esos ojos del corazón nos permita ver lo que nuestros sentidos les es casi imposible, pues ven un pedazo pan, pero no es pan lo que vemos en la Hostia Consagrada, es el Cuerpo, Sangre y Alma de Nuestro Señor, sentimos como pan y no es Pan es El Señor abajado del Cielo por nuestro amor, sabe a pan y no es pan es Jesús inmolado de nuevo por nuestra salvación, huele a pan, pero es Nuestro Amado Jesús, que como si necesitara de nosotros para ser Dios, se postra en La Hostia Consagrada para irse con nosotros y así poder darnos ese gozo espiritual que solo Él nos da.

Como si no bastara ese doloroso, cruel y amoroso Sacrificio en el monte Gólgota, se Nos da en Expiación por nuestros pecados en la Santa Eucaristía, porque es Él, Vivo, Presente, Cierto, Realmente en Cuerpo, Sangre y Alma en las Especies Consagradas, para que todo aquel que coma de Su Cuerpo y Beba de Su Sangre no muera más tenga Vida Eterna.

Él mismo nos lo dijo en el mismo capítulo sexto del Evangelio según San Juan:

51. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre;
y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.

Así pues, hermanos vayamos confiados y alegres porque El Señor Amado, Nuestro Dios, Rey de Reyes y Señor de Señores, pagó un precio alto por nuestra salvación y se entrega a diario, en la Santa Eucaristía, vayamos en Su búsqueda, que nunca será mucha, Veámosle, Hablémosle, Oigámosle y Tomémosle a diario, como hacen los novios en busca de su amada, que El Señor sea lo más importante en nuestras vidas, sea Su búsqueda nuestra tarea diaria más importante y así agradecerle tanto amor para con nosotros y nos retribuirá con Vida en el día de la Resurrección.

Pidámosle a La Inmaculada Virgen María, a Su Casto y Justo Esposo San José, que bendigan las manos de los Sacerdotes, que bendigan sus vidas y transformen sus corazones en corazones humildes como los de Ellos, para que nos sigan dispensando el Cuerpo, La sangre y El Alma del Señor y transmitiendo Su Palabra con sencillez y humildad y vayamos llenos de alegría, diciéndole a los que nos quieren quitar la fe, que El Señor en Quien confiamos es grande y además somos bendecidos como El Señor mismo nos lo dice en el capítulo décimo del Evangelio según san Lucas:

Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.

Porque Lo vemos, Lo oímos y Lo Tomamos como sus nuevos discípulos.


Que por la intercesión de María Madre Nuestra y de San José, podamos convertir nuestros corazones en corazones humildes como los de Ellos y así ver a Nuestro Señor Vivo en la Sagrada Eucaristía.

sábado, 24 de diciembre de 2016

HOY ES EL DÍA DEL SEÑOR.



Hoy el mundo moderno nos vende cosas pasajeras y hasta ha cambiado el sentido de la celebración de La Natividad del Rey de Reyes, hoy en muchos hogares equivocadamente no esperan el Nacimiento de Dios Humanado, sino esperan a Papa Noel o a Santa Claus que venga con regalos. 

Pero para el mundo creyente, para el mundo cristiano, hoy es el día en que vemos de nuevo a Dios hecho hombre, nacer en un humilde pesebre, del Inmaculado Corazón de María Santísima y bajo el amparo del Santo, Casto y Prudente San José para recordarnos que es por Su gran amor para con nosotros, por Su misericordia, que se hizo hombre para darnos Vida después de la vida, para que como nos enseña el tercer capítulo del Evangelio de San Juan:

16. Porque tanto amó Dios a los hombres que le dio a Su Hijo Único para que 
todo aquel que crea en Él, no muera mas tenga Vida eterna.

Hoy es el día en que se parte la historia, así como hace 2016, el tiempo humano se dividió en Antes de Cristo y Después de Cristo, hoy El Señor nos invita a decirle: "Si", para que el pasado quede atrás, para que no nos atormente mas, para que vivamos con los ojos puestos en El Cielo como nuestra verdadera Patria Celestial, viviendo el presente lleno de gozo, lleno de alegría, lleno de optimismo, porque La Buena Noticia que El Reino de los Cielos está cerca se ha cumplido.

Que con humildad y sencillez, a imitación de La Sagrada Familia y de Nuestro Dios, que le gusta lo sencillo y vive en lo sencillo, escribamos nuestra nueva historia en el nuevo tiempo del Señor que todo lo renueva, que todo lo sana, que todo lo transforma, que rompe cadenas y que por Su Cruz nos libera.

Que dejemos esas cadenas que nos atan a un pasado lleno de tribulaciones, de sombras, de oscuridad, de temores, de miedos, de dolor, de angustia, o de aquellas que nos atan haciéndonos miedosos de un futuro que quizá no llegue, que vivamos como cristianos el presente como el gran regalo del Señor, porque este es el tiempo del Señor para comenzar una nueva vida con El y para El, apoyados en la amorosa intercesión de María Madre Nuestra y del Santo, Prudente y Justo San José.

 "Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre sino por Mí". Jn, 14:6.

lunes, 31 de octubre de 2016

ESTÁ CIERTAMENTE EL SEÑOR EN LA SANTA EUCARISTÍA?



Últimamente,  el demonio está procurando generar más caos de lo normal, buscando generar confusión en el pueblo de Dios y haciendo que escuchemos voces diciendo: el mundo está  al revés, vamos en caída libre y no hay nada que hacer, hacernos pensar que el mal está ganando.

Una de esas cosas desesperadas del príncipe de las mentiras, es hacernos dudar y hasta llevarnos a no creer acerca de la presencia real, verdadera y cierta del Señor Jesús en la Santa Eucaristía.

Intentaré por este pequeño escrito demostrar al través de la Palabra, la promesa del Señor de estar en Las Especias Consagradas y con algunos hechos para meditar.

En el Capítulo vigésimo segundo  del Evangelio de San Lucas, El mismo Señor nos dice:

19. Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se los dió diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.

20. De igual modo, después de cenar, (tomó) la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.

Pero si El Señor fué Crucificado,  Muerto, Sepultado, Resucitado y Asendido al Cielo y está sentado a la diestra de Dios Padre, cómo está en la Eucaristía y cómo puede estar al mismo tiempo en todas las Hostias y los Cáliz de todas las iglesias del mundo, en Cuerpo, Sangre y Alma?

El mismo Señor nos responde en el Capítulo sexto del Evangelio de San Juan:

51. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.

Y además nos dice, en este mismo capítulo:

53. Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

54. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.

55. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.

56. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.

57. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.

58. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.

Con esto espero haber sembrado buena semilla en sus corazones, animarlos a ir al ver y escuchar al Señor que nos habla y nos espera en La Santa Eucaristía, para irse con nosotros, mostrándonos Su gran misericordia para con nosotros, siendo nosotros los necesitados de Él y es Él quien viene al nosotros por nuestra salvación.

Por último les dejo esto para reflexionar y meditar:

Sí El Señor Jesús, no estuviera presente en la Santa Eucaristía, por qué los discípulos de satán, cometen sacrilegio contra Las Hostias Consagradas? 

Si la Iglesia Católica, no fuera la verdadera Iglesia del Señor, por qué también satán y sus discípulos solo la atacan a Ella buscando acabarla? 

Por último, por qué un consagrado a satán no puede estar presente en una Iglesia en el momento de la Elevación?

Ojalá seamos concientes de la presencia real y verdadera del Cuerpo, la Sangre y el Alma del Señor Jesús en la Sagrada Eucaristía y la tomemos aunque sea los domingos, con el corazón preparado y si no lo haces te invito al hacerlo y verás grandes cosas. Es promesa del Señor.

(Imagen tomada de pildorasdefe.net)

sábado, 27 de agosto de 2016

LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO.



Nos dá el Señor Jesús en forma de parabola en el capítulo 15 del Evangelio de San Lucas, esta bonita enseñanza:

22 Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
24 porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta.

El Gobierno Nacional firmó un acuerdo de paz con las guerrillas de las FARC, para que se reinserten a la vida civil con el compromiso de no repetición, de justicia, verdad y reparación, que es una noticia para celebrar, porque por medio del diálogo acabamos una dura, horrible y cruel guerra, tal como El Señor nos lo sugiere tantas veces en Su Palabra y le damos vida a tantas personas que estaban en la oscuridad, que por muchas razones válidas o no, tomaron otro camino, así como el hijo pródigo tomó otro camino, pero el padre no se cansó de esperarlo y al verlo desde lejos sale a su encuentro, no recrimina, sino hace una fiesta por su regreso.

No es eso lo que debemos hacer? Hacer una gran fiesta de la paz.

O debemos comportarnos como el hermano mayor, que estaba en el campo y no entró a la fiesta porque él si es bueno, no abandonó a su padre, ni mal gastado su dinero, en cambio su hermano si es malo?

Que justicia nos inventamos para creernos mejores que muchos de esos guerrilleros, que quizá no tuvieron otra opción que tomar el camino de las armas?

Así como el padre se entristeció porque su hijo mayor, no escucha razones, se enfada por la fiesta que hizo y lo recrimina por que no habia tenido una fiesta para sus amigos si habia estado siempre y no lo había abandonado, como su otro hermano. Así mismo el Padre Amado se entristece por nosotros, por la dureza de nuestro corazón, porque solo escuchamos nuestras razones y le mostramos que somos buenos, porque hacemos cosas buenas, porque nos dicen que somos buenos, porque no actuamos como los guerrilleros. 

Hoy El Padre nos pregunta y cuál es tu razón para no perdonar?

Rompamos ese corazón de piedra y construyamos ese nuevo país, no es fácil, pero para Dios no hay nada imposible. Sobre todo, no sembremos ese odio en nuestros hijos, porque sufrirán como nosotros por la dureza de su corazón.

Recordemos en el Año de la Misericordia, esta parábola de la misericordia y hagámosla viva en nuestros corazones y en nuestra vida.

Que sea motivo de fiesta esta noticia, que el 2 de octubre sea el dia en que con valentía y alegria le digamos "Si a la Paz". Que dejemos ese deseo de hacer nuestra propia justicia, porque esta viciada, e iniciemos el camino a una paz verdadera, especialmente en nuestros corazones.

Bendiciones.

martes, 9 de agosto de 2016

DE LA PAZ DEL SEÑOR


Como Cristiano, estoy comprometido en trabajar por la paz, y en animarlos a buscarla, por que es a lo que El Señor nos envia y nos lo dice en el Capítulo Décimo Evangelio de San Lucas:

4. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
5. Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!».

Nos dice con sencillez No lleven más que la paz, como el regalo máximo que podemos recibir y dar del Señor.

En Colombia estamos ad portas de firmar el inicio de una paz, el inicio del fin de una larga, cruel, sanguinaria y despiadada guerra, que no se logrará en la Habana, solo la haremos verdad si nos disponemos de corazón a trabajar por ella, a buscar motivos de reconcialiación y a escuchar la voz del Señor que nos anima a buscarla entre hermanos que somos, como Su pueblo peregrino por esta tierra.

Claro, no es fácil desarmar los corazones después de una guerra tan larga, que ha dejado heridas profundas y abiertas en nuestros corazones, después de escuchar tantas injusticias que se han cometido, después de haber escuchado y vivido tanto dolor, después de ver tomas a los pueblos, hostigamientos a la población civil, desplazamiento de nuestros campesinos, de ver tanta viuda, tanto huérfano, de ver vulnerados todos los derechos de los mas indefensos, de haber visto el reclutamiento de menores, de haber visto vidas perdidas en años de secuestro en condiciones inhumanas, después de habernos convencido con discursos guerreristas que promovían hacer justicia a nuestro nombre,que nos gritan que debemos acabar con esos malvados guerrilleros, que merecen la pena de muerte y hasta mas.

Claro que no es fácil ver como por problemas estructurales nuestra justicia, envía a la cárcel a mucho inocente y a los que cometen pequeños errores y a estos personajes que hicieron tanto daño premiarlos con penas alternativas.

Claro que no es fácil ver o escuchar los medios de comunicación, quienes viven del amarillismo, que nos gritan todos los días: ES INJUSTO!, la paz no se consigue con el diálogo y nos los repiten una y otra vez, si algunos líderes políticos y sociales nos gritan lo mismo y nos proponen acabar la guerra con mas guerra, para si prolongar una guerra que jamas se acabará con guerra, una guerra en la que mueran los mismos de siempre, en la que paguen los mismos de siempre, en la que desplacen a los mismos de siempre y en la que se cometan injusticias a los mismos de siempre.

Después de tantos años de horror, de tantas noches de oscuridad la paz asusta, la paz aturde, aturde mas que el traquetear de los fusiles, pero hay que buscarla.

Para ello, debemos primero desarmar nuestros corazones y buscar la reconcialiación entre hermanos nacidos por gracia del Señor en un mismo país al cual un día le pusieron Colombia.

Para reconciliarnos, hay que aprender a perdonar, recordando lo que nos manda El Señor  en el Quinto Capítulo del Evangelio de San Mateo:

23. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
24. deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
25. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.

Te acuerdas que tu hermano tiene una queja contra tí, no que si tenemos una queja de nuestro hermano.

No nos envía ha hacer nuestra justicia, a gritarle a nuestro hermano que está errado porque no hace las cosas como nosotros las hacemos, a matarlo como el nos mató, a acabarlo como el nos acabó, eso de la justicia dejémoslo al Juez, nosotros humildes peregrinos de esta tierra, peregrinos por los caminos que llevan al Cielo, debemos hacer la voluntad del Padre, que nos ama, que nos creó a imágen y semejanza Suya, para que vivamos todos como hermanos, buscando la verdadera paz que es El Señor y pidiéndole que nos envíe Su Espíritu que da dones y nos dé el don del perdón.

Porque El per-dón es un “perfecto don”, un “súper don

Que no nos volvamos jueces de los demás, como el mismo Señor nos lo manda en el Capítulo Sexto del Evangelio de San Lucas:

37 No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
38 Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».
39 Les hizo también esta comparación: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
Que dejemos esa ceguera que solo nos deja ver lo que nosotros queremos y como lo queremos, supantando al Señor en su tarea de Juez, deseando que todos hagan los mismos errores que nosotros hemos cometido, deseando que haya paz mientras fomentamos el odio, el rencor y la guerra.

Que como hermanos imitemos al Señor, pues Su vida se desarrolló en torno al perdón; su ministerio fue fundamentalmente de reconciliación. Vino para que recibiéramos el perdón de Dios. (Ef 2,14.18); perdonó a la mujer adúltera (Jn 8, 1-11) y a los que le crucificaron (Lc 23,34).

Que cumplamos su mandato, en el Sexto Capítulo del Evangelio de San Lucas:

36. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

Misericordia proviene del latín “misere” que significa “miseria, necesidad”; cor, cordis que indica “corazón” y “ia” que expresa “hacia los demás”. Es la  disposición a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente en el perdon y la reconciliación.

Que trabajemos por esa paz que nos dá alegría, que nos dá dicha y que nos hace herederos del Reino de Los Cielos, como El Señor Jesús nos lo recuerda en el Sermón de la Bienaventuranzas, en el Capَítulo Quinto del Evangelio de san Mateo:

9.  Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

O si es que hemos hecho las cosas tan bien, si hemos tomado tan buenas decisiones, es bueno que pensemos en esto:

* Por qué el país está como está?
* Por qué hay tanto niveles de corrupción?
 * Por qué nos empeñamos en elegir a los mismos creyendo que harán cosas diferentes?
* Qué país le estamos dejando a las futuras generaciones?
* Si la solución es la guerra por qué en otros países han logrado la paz a base del diálogo y nosotros no la hemos logrado con mas guerra durante casi 60 años?
* Es justo que ese dinero que se emplea para una guerra perdida se siga perdiendo en lugar de poderse invertir en mejora la pésima salud que tenemos? O la pésima educación? O la pésima infraestructura vial? O mejora el campo?
* Es justo que el dinero de los impuestos vaya a parar en los bolsillos de los que se lucran con guerras?
Pidámosle a María Santísima que sea Ella, quien nos muestre a Nuestro Señor, que nos enseñe a reconocerlo, para que no lo confudamos con tantos dioses que nos llevan a peleas que no nos corresponden, que estemos prestos y vigilantes para no ser engañados como El Señor nos dice en el  Capَitulo 24 del Evangelio de san Mateo:

5 porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Yo soy el Mesías", y engañarán a mucha gente.
Que como nos saludamos y compartimos la paz que El Señor nos comparte en la santa Misa, se tatue en nuestras mentes, en nuestros corazones cuando nos dice:


La paz os doy, la paz os dejo.

Y no se quede como un simple saludo o un acto que cumplimos en la Iglesia, sino que sea un diario vivir.

Dios te bendiga y nos dé la anhelada paz.

sábado, 23 de julio de 2016

QUE HAYA SAL EN USTEDES MISMOS Y VIVAN EN PAZ UNOS CON OTROS (cf. Mc 9,50)


Señor, envíanos Tu santo Espíritu, ese Espíritu que como nos prometiste, nos recordará Tus enseñanzas y nos dará la felicidad perfecta, para que llenos de Tu Palabra, seamos misericordiosos como Tu lo eres, como Tu lo mandas, en el Capítulo Sexto del Evangelio de san Lucas:

36 Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

Y llenos de misericordia, podamos ser sal en este mundo, esa sal que da vida, que perdura, que hace que todo tenga sabor, que tenga alegría, esa alegría de sabernos liberados, redimidos por Tí, pagados por el gran precio de Tu sangre preciosa y reconocernos necesitados de Tu infinita misericordia, del perdón que nos ofreces, para que así mismo veamos a nuestrio prójimo, veamos que así como nosotros erramos, él erra, que así como nos equivocamos, él también se equivoca.

Ese Espíritu que nos recuerde que el oficio de juez de los hombres es solo trabajo Tuyo y de nadie mas, que aunque pensemos que otros hacen cosas imperdonables, que aunque nos duela el corazón por lo que el hermano hace, recordemos la respuesta que le diste a San Pedro, en el capítulo 18 del Evangelio de San Mateo:

21 Entonces se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?».
22 Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Ese Espíritu que nos haga libres, esa libertad que compraste para nosotros con Tu sangre en la cruz, para que no nos dejemos atar de nuevo. Porque hoy mi Señor, el mal hace mucha bulla y a veces sentimos que está ganando la batalla, por todos lados escuchamos locos, enfermos de amor, hacer barbaridades, haciendo  masacres, matando, quitándole la vida a gente que pensaba diferente, a gente inocente que quizá era major que nosotros y entonces vemos que la oscuridad, que el dolor  se apodera de nosotros; además, los medios de comunicación se empeñan en mostrarnos esas imagines para que el miedo se haga mas fuerte y nos confundimos Señor, el miedo hace que busquemos nuestras cuevas y nos encerremos, porque allí nos encontramos seguros y caemos en nuestra comodidad que nos debilita.

Y allí en nuestra zona de confort, escuchamos a los medios de comunicación que buscan mantenernos desunidos, que quieren disperso a Tu pueblo y nos proponen aplaudir a unos y a juzgar a otros y la cogen contra unos y es tema de todos los días, con la misma cantaleta, que los unos si y los otros no, que nosotros si y que los otros no, que nosotros somos y los que piensan igual a lo que nos han llevado a pensar somos buenos y que los otros que piensan diferente son los malos, que los que seguimos unas pautas somos los buenos y los otros son los malvados, los que deben morir, deben ser masacrados, muertos en un combate del cual no quede uno solo de ellos vivo, ojalá que en ese combate también estén los que comparten sus ideas, con sus familias, los que los apoyan o en el mejor de los casos deben ir a morirse en una cárcel horrible, junto con los que piensan igual, que merecen la condena perpétua, sin derecho a salir de ella.

Señor que sea ese Espíritu que nos recuerde la Hermosa oración que Tú nos enseñaste, sobre todo esa frase que dice:

Perdona nuestros pecados, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

Para que sea esa la medida de nuestro perdón, que perdonemos a todos los que nos ofenden, a los que lo hacen a propósito, así como los que lo hacen porque están convencidos que su modo de actuar es bueno, que no solo perdonemos a unos y a otros, que seamos misericordiosos como eres Señor, que viéndote en Tu cruz, viéndote derramar hasta la última gota de sangre por amor a nosotros, por el perdón de todos nuestros pecados, por reparar todas nuestras infinitas faltas, de los cristianos y los no, de los de derecha y de los de izquierda, de los altos y los bajos, de los flacos y de los gordos, de los de diferente color de piel, de los que piensan diferente, actuemos igual.

Señor estamos a puertas del fin de un doloroso y largo conflicto armado en Colombia, a puertas de darle fin a una guerra ilógica que ha hecho enfrentar familias enteras, que nos ha dividido que ha dejado heridas profundas en nuestros corazones, que nos ha enfermado sobre todo de odios, de rencores, que nos hace creer que somos del bando de los buenos, que merecemos una paz “con justicia”, pero con una justicia a nuestra manera: que esos malvados guerrilleros vayan a la cárcel, que por ningún motivo del mundo vayan a hacer política, con qué derecho se van a postular a cargos de elección popular? Acaso no tenemos los congresistas mas honorable de todo el mundo? Que van a salir a los medios de comunicación a decir no sabemos que cosas, haciendo política en favor del si a la paz? Con qué derecho nuestras familias tienen que escuchar a esa gentuza, campesina, ignorante que solo sabe hacer la guerra? Y tantas otras formas de hacer nuestra justicia.

Señor ven como médico celestial y sana nuestros corazones, ven como nos lo prometiste en el capítulo quinto del Evangelio de san Lucas:

31 Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: «No son los sanos que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
32 Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan».

Señor estamos enfermos de amor, porque tenemos errado el significado de amor y tenemos necesidad de medico, pero no de cualquier médico, de Tí Señor médico que puedes sanar nuestro corazón de odio, del rencor, de las heridas profundas que nos ha dejado esta larguísima guerra, en la que hemos perdido familiares, tierras, casas, pero sobre todo hemos perdido hasta la illusión y se la hemos transmitido a nuestros hijos, lo hemos encadenado a nuestro odio, nuestros hijos han perdido el brillo de los ojos que mostrábamos cuando nos preguntaban acerca del futuro.

Sana nuestras vidas, sobre todo del deseo de volvernos jueces y ayúdanos a perdonar de verdad, danos el don del perdón, porque solos no podemos, no es nada fácil Señor, son casi sesenta años de guerra, muerte, desolación, de masacres, de desplazamientos, de sectarismos, de divisiones, de oscuras noches, de desesperanza, pero contigo lo lograremos, todo en Tus manos es mas fácil, todo en manos de Mamita María que con Tu vida en la cruz nos diste como regalo divino, Ella que nos lleva a Tí, Ella que la hiciste corredentora, Ella que intercede por Sus Hijos, Ella que es la Reina de la Paz, que nos ama, que nos consuela, para que reinando en nuestros corazones, hagamos lo que nos mandas en el capítulo 13 de la segunda carta del Apostol San Pablo a los Corintios:

11 Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.

Que escuchemos el consejo de Su Santidad El Papa Francisco, al enterarse de la firma del cese al fuego entre el gobierno y las FARC:

“Más de 50 años de guerra, de guerrilla; tanta sangre derramada. Fue una bella noticia”, añadió Francisco, que expresó su deseo de que los países “que trabajaron para hacer la paz sean garantes, den la garantía de que esto siga adelante, ‘blinden’ esto al punto que nunca más se pueda regresar, sea de adentro o de afuera, a un estado de guerra. Mis mejores deseos para Colombia que ha dado este paso”. (*)


(*) Tomado de www.aciprensa.com, el 24 de junio de 2016.