El
Señor Jesús, Nuestro Amado Rey de Reyes, nos invita a depositarnos todo en Él,
a recurrir a Él en nuestras debilidades y a sobre todo entregarle nuestro
corazón, para que nos lo haga nuevo, nos envíe Su Paráclito de Amor, que lo
inunde de todo Su amor y gozo, de ese fuego de amor abrazador, de ese fuego que
sana heridas, que cierra heridas, que nos liberan.
Cómo
después de una guerra tan larga, tan cruel, tan dura, en la que se cometieron
tantas barbaries, tantas injusticias, donde se perdieron tantas vidas, tantas
familias con viudas desconsoladas, con huérfanos indefensos, con tantos heridos
inocentes, mutilados por esas minas antipersonas, con masacres como la ocurrida
en Bojayá, donde no respetaron siquiera la Casa del Señor.
Una
guerra en que nos vimos involucrados todos, que jamás nos preguntaron si
queríamos vivirla, una guerra donde perdimos a muchos de nuestros buenos
hermanos en ella, muchos campesinos inocentes, que lo único que hacían era cultivar
la tierrita para darnos alimento en nuestras cómodas ciudades, muchos jóvenes
soldados que fueron a defender nuestra patria y resultaron matándose con otro
hermano, otro hijo de Colombia.
Una
guerra en donde además de matarnos a bala, le metimos narcotráfico y entonces
el dinero nos cegó y las ansias de poder llegaron a nosotros y queríamos tener
llenos nuestros bolsillos sin importar cómo y empezamos a perder los valores y
nos acomodamos y nos volvimos espectadores de una guerra en la que además de
muertos nos daba droga y empezó la drogadicción a causar estragos en nuestros
hermanos y muchos de ellos tomaron el camino equivocado y los perdimos en
muchas calles del cartucho que se crearon en Colombia.
Y
aparecieron personajes que idolatramos, aparecieron los Pablo Escobar, los
Rodríguez, etc, etc, etc. y se crearon mitos acerca de ellos, todos los hombres
queríamos ser como ellos, tener el poder, la fama y el dinero y las mujeres
querían vivir ese mundo de las pasarelas, de cuerpos esculturales, nos volvimos
idólatras del cuerpo y eso nos gustaba, nos entretenía.
Y
el narcotráfico se unió con las guerrillas y la lucha de ideales y principios
se volvió negocio y jamás dijimos nada.
Y
se creó la cura contra ese flagelo de las guerrillas, los paramilitares y la
cura fue peor que la enfermedad.
Y
se dañaron conciencias, el mar de dinero que produce el narcotráfico encegueció
completamente a toda la sociedad y nos volvimos serviles de éste, se compraron
medios de comunicación, curules políticas, los entes de control se permearon,
la policías y el ejército se arrodillaron al dios del dinero, se destrozaron
familias, se desplazaron campesinos, de desterraron poblaciones enteras, se
volvió el acabose social en nuestra querida Colombia.
Todo
valía con tal de tener fama y poder y llegar a ser como ellos, se blanquearon
capitales, las ONG´s perdieron el rumbo y de ser organizaciones al servicio de
los más necesitados, se pusieron al servicio del dios del dinero, etc, etc,
etc.
Y
en medio de ese festín en que nos metimos en la comodidad de nuestras ciudades,
dejamos que esa guerra siguiera su rumbo y como no nos tocó, no nos importó,
nuestra embriaguez de poder era suficiente para entretenernos.
Hasta
que llegó la guerra a nuestra ciudad y se nos volvió incómoda y la mejor manera
de acabarla era metiéndole más guerra a esa guerra, igual no nos matamos
nosotros, se matan los que por infortuna no pudieron tener educación y son los
que le ponen el pecho a la guerra, que se mueran también los hijos de los campesinos
que desplazamos por acción o por omisión y empezamos a tener logros disfrazados
que nos prometían el fin de la guerra y aparecieron los falsos positivos, pero
como tampoco nos tocó, pobres campesinos y pobres pobres que les mataron a sus
hijos, lástima por ellos, pero a mí que va.
Y
entonces nos dividieron entre los amigos de la guerra (Tildados de
paramilitares) y los que queremos una salida negociada a la guerra (Que nos
tildaron de guerrilleros)
Llegó
el actual presidente que dijo, la guerra se acaba hablando civilizadamente,
pero como en nuestra embriaguez nos vendieron la guerra como la solución, nos
pusimos bravos, ya las noticias sin muertos no son noticias y nos inventamos
cuanta excusa haya para difamar de las negociaciones, que nos vamos a volver
como Venezuela, que nos vamos a volver gays todos, que nos vamos a volver
comunistas todos, que vamos a acabar con la Iglesia, si el Señor Jesús, nuestro
Dios y Señor, dijo a Simón, en:
Mt. 16:18 Yo te digo:
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia y las puertas
del infierno no prevalecerán contra Ella.
Y
los medios de comunicación empezaron a desinformar acerca de los acuerdos de La
Habana y eso nos dividió aún más y se separaron familias, vecinos, amigos en
contra del sueño de la paz. Se logró hacer un acuerdo que después se mejoró con
aportes de los que votaron no a los acuerdos de La Habana.
Hasta
que por fin se logró empezar la implementación de dichos acuerdos y estamos en
la etapa final, en una semana dejarán de existir las FARC-EP y se convertirán
en un movimiento político y las discusiones con ellos no serán mas armadas sino
debates de palabras y opiniones.
Pero
quedamos con unas heridas grandes que nos dividieron, ni la alegría que es la
culminación de ese grupo guerrillero, ni el dolor con los muertos en el
atentado infame en el CC Andino nos une.
Pero
la buena noticia es que El Señor está vivo, murió por nuestros pecados y en Su
dolorosa pasión, comprendió todos los temores, miedos y angustias y hoy nos
dice en:
Ap. 21,5: Mira, Yo hago
nuevas todas las cosas.
Dejémonos
amar por Él, sumerjámonos en el mar de amor que es Su Sagrado Corazón,
permitámosle y pidámosle que nos ayude a perdonar, que sane nuestro corazón y
podamos amar, que como nos dice en:
Mt. 5,44-45a: Pero yo
les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean
hijos de su Padre que está en el Cielo.
Oremos
entonces por los corazones de los guerrilleros, paramilitares, soldados,
policías, políticos, huérfanos, viudas, mutilados, de los indiferentes, de todo
el pueblo colombiano, para que sea sanado, sea liberado de esos sentimientos de
odio, de rencor, de venganza y un día no muy lejano, podamos abrazarnos como
hermanos, como hijos de un Único Dios, Trino y Uno.